miércoles, 11 de enero de 2012

Tiempo

No existe, pero marca los cambios, marca un antes y un después.
El tiempo que pasó...
El tiempo que pasa...
El tiempo que pasará... Y todo seguirá cambiando, todo seguirá su rumbo, ciclos que se terminan, ciclos que empiezan. Me pregunto por qué no es todo uno, sin muchos cambios, sin el paso de nuestra propia creación. Me pregunto para qué tanto esfuerzo en vano, esfuerzos que terminan en nada. Lo importante de la vida, en definitiva, es ser feliz, pero hasta para conseguir aquello tan simple de sentir hay que hacer esfuerzos vanales!
Me doy cuenta que el tiempo pasa cuando veo los cambios: míos y de los demás. La gente cambia, todo es un cambio constante, no hay nada detenido. Y todo me conlleva a una nueva revolución, a un nuevo tipo de pensamiento, a un nuevo pesar.
"Nada se detiene, todo se transforma".

viernes, 26 de agosto de 2011

Experiencia de vida.

En mi convaleciente situación de una típica enfermedad de invierno, me detuve a pensar un rato durante la fatídica conversación poco interesante de la sobremesa de hoy. Me pegué una subrepticia escapada y aquí me encuentro.
Durante el día de hoy y de ayer volví una y otra vez al mismo tema: el disfrute de aquellas pequeñas cosas; a su vez pensé en el correcto e incorrecto actuar de los padres en general y me pregunté si ellos ya tienen por sabido todas estas cosas que anduve pensando. Una vaga ilusión me dijo que sí, que ya lo han pensado o que se lo han planteado desde otro punto de vista.
Sería de mi agrado que ellos leyeran esta entrada y que compartieran sus opiniones conmigo.

Aquí voy, no os asustéis: Reflexioné acerca de la poca conexión de los hijos con sus padres, ¿a qué se puede deber esto? A la falta de conversación y entendimiento. Ya varios casos así se me han presentado (ojo que no soy ninguna psicóloga recibida con honores) y recordé mil veces este planteamiento. Nadie me hizo caso.
A mi parecer, todos los padres quieren lo mejor para sus hijos (frase repetida, gastada, quemada, usada, ¿despilfarrada?), claro está, pero no todos saben específicamente qué es lo que más necesitan, o lo saben pero no lo pueden dar por algún motivo u otro. Muchos parecen compensar el cariño faltante con objetos materiales tan pedidos y anciados por sus hijos. Opino que esa petición y esas ansias de atención no son realmente por el objeto material, sino por el cariño que aún no le dan. Nunca, y que quede bien en claro, nunca se puede compensar el cariño por un objeto por más caro y bueno que sea. Caso número 1.
Caso número 2, lo encuentro específicamente en la falta de conversación y entendimiento. No se puede llegar a un acuerdo si no se conversa, mucho menos si los hijos le tienen miedo a sus padres. ¿Cómo es que se ha llegado a este punto?. No lo comprendo, será porque no lo vivo así y busco entre mis pensamientos una respuesta a este caso, más no la encuentro. Pienso que hay padres más cerrados que otros, pero aún estos tendrían que poder conversar y entender a sus hijos. ¿Es la falta de confianza la que produce este quiebre entre relaciones? ¿Cómo se puede desconfiar de la persona que te dio la vida? Me da miedo de sólo pensarlo, ¿en quién se puede confiar entonces? Ningún amigo te puede dar las mismas enseñanzas que intentan dar los padres, por el simple hecho de que no tenemos la misma experiencia de vida.
Quisiera encontrarles una solución rápida y definitiva a estos casos, pero sé que de mí no depende, aunque espero que esto algún día le ayude a alguien y que los padres se den cuenta de que el disfrute no está en los objetos materiales que a sus hijos les puedan comprar, sino en las vivencias del día a día, es decir, la cotidianeidad, las pequeñas cosas: una sonrisa, un abrazo, el café del desayuno, el beso de las buenas noches y el deseo de dulces sueños.


sábado, 6 de agosto de 2011

Jóvenes sinsentidistas

En esta casi finalizada mañana de sábado me dedicaré unos minutos a detallar un tema que me viene preocupando hace un tiempo.
"Es un tema de decisiones"-solía decirle a mi antiquísimo camarada y es en quien me baso para realizar esta fatídica entrada.

Me pregunté una y otra vez por qué a la gente le cuesta decidirse tanto con cosas que se suponen que son sencillas, como por ejemplo arreglar para verse con un amigo: algo que debería ser bastante sencillo y agradable se termina convirtiendo en una pesadilla llena de complicaciones. Complicaciones que, para mi punto de vista, ya dejan de tener sentido alguno, que son en vano, al pedo, como quieras decirle.
Me parece entonces que hoy en día las pequeñas cosas lindas y sencillas dejaron de existir como tales, sino que todo se convirtió en una enorme masa de problemas sin resolver y sin ganas de resolver, a nadie le interesa nada más que sí mismo, y eso se refleja en miles de formas y tratos de la gente.
Pero hoy me voy a dedicar a los jóvenes que no saben lo que quieren, que no se deciden por nada, ni en las decisiones que deberían ser muy simples. Es cuestión de que tomen la iniciativa de controlar ellos mismos su vida, buscarles el sentido a la vida y hacer realmente lo que desean hacer y no lo que están obligados a hacer. Porque, me pregunto, ¿de qué sirve hacer algo que uno no quiere hacer, haciéndolo entonces de mala gana y con cara de odio?, ¿por qué sienten que tienen que hacer aquello que les obligan sin hacer valer primero lo que ustedes quieren?
Un poco de autocontrol, elijan por sí mismos, no se dejen gobernar por nadie más, porque su vida es suya y nada más que suya. "La vida es corta y hay que disfrutarla" decía mi tan querida Tía (que en paz descanse). Y mucha razón tuvo, si uno no disfruta de lo que tiene, ¿para qué lo tiene?. A esto quería llegar, a este mensaje de disfrutar la vida más allá de todo, disfrutarla con un sentimiento de libertad, y hacer sólo lo que uno quiere hacer, sobre todo si se trata del fin de semana! Ya bastante que vamos obligados al colegio y no todas las veces se la pasa muy bien por razones obvias llamadas pruebas y estudios y trabajos que uno casi nunca tiene ganas de hacer (y me incluyo en ese grupo). Entonces, ya existe la obligación del colegio, llega el fin de semana ¿y también vas a seguir haciendo cosas que no te gustan y no tenés ganas?. ¿Para qué?. La adolescencia se pasa más rápido de lo que pensamos y si no disfrutamos ahora de este tiempito de pavear que tenemos todos los fines de semana, ¿cuándo lo vamos a disfrutar entonces?

viernes, 28 de enero de 2011

Estamos juntos en esto.

Hace poco que te conozco, y admito que jamás sospeché que terminarías siendo tan importante en mi vida. Tampoco descubrí el motivo de por qué lo sos. Pero fue uno de los mayores gustos haberte conocido. Incluso ya formás parte de ese grupo de personas que sé que nunca podré olvidar. Sos el único que con su discurso, su forma de hablar pudo lograr sacarme mis enojos en esos momentos de importante chinchudismo.
Siempre me sorprendió la paciencia que me tenés, hubo un par de veces que hasta yo me hubiese mandado a la miércoles, pero no lo hiciste, y eso, en su debido, correcto o apropiado momento no lo supe apreciar, pero ahora (y aquí) que me detengo a pensar un poquito en esta amena relación, que, aunque resulte extraño decirlo, recién está comenzando, por más que sienta que todo comenzó hace años.

No creo conocerte mucho como persona, sospecho que es sólo una pequeña parte la que, por ahora, he percibido en estas amables y cálidas temperaturas del verano; tan ansiado y esperado, y que con tal rapidez va pasando... Y cuando llegue el colegio! Espero no verte muy chinchudito y que podamos seguir jodiendo como hasta ahora lo hicimos y tan bien nos está saliendo, o por lo menos, desde mi humilde opinión, eso es lo que creo.
Pensar que esta entrada se hubiese llamado “Te veré allí “, y jamás podría haber contado con la profundidad que ahora a este escrito le trato de dar. Hubiese contado, entonces, con reiteradas explicaciones acerca de lo que la amistad se trata. Pero me alegra en grado sumo haber cambiado todo aquello, que con falsas poesías admito que empezaba, para haberle dado una nueva resolución a esta casi fracasada entrada. Me atrevería a decir que vos fuiste la solución.

Te imaginarás cómo lamente los hechos desafortunados de ayer… Aquellos que conllevaron a una nueva locura, un nuevo desasosiego, una nueva frustración, que a cuestas intento sobrellevar, en estos apacibles momentos del mediodía (hubiese preferido decir “de la mañana”, pero varias cosas me impidieron que la mañana haya sido para reescribir la belleza que un infortunio me robó).
Me arriesgaría al decir que ayer fue la primera vez que al escucharte a través del teléfono, (que en incontables veces se quedaba sin batería, más esta madrugada no fue la excepción) realmente te escuché y fui consciente de con quién hablaba, quién estaba escuchando en aquellas horas, (mientras el sol comenzaba a vislumbrar sus primeros rayos y los pajaritos cantaban sin equivocarse de horario) mi retahíla de tristezas y fracasos, también mis chistes y mi risa; compartiendo todas aquellas cosas que conforman una amistad; el jolgorio y también el consuelo.

Espero que haya sido esta (también, dentro de lo posible) una buena resolución a una entrada que comenzó con fastidios y variadas interrupciones, pero que ahora concluye revelando lo importante que hace tiempo empezaste a ser para mí.
De modo que intuyo que a esta altura del partido sabrás a la perfección de quien pude haber estado hablando todo este tiempo.
Del chinchudito ideal, el que nunca por nadie podría cambiar...

Jaa… ¿Quién otro sino?

martes, 25 de enero de 2011

El muro de los lamentos.

Hace tiempo que me aqueja un gran problema:
Extraño horrores la escritura de cuentos, nuevas historias... Mis sentimientos se apoderan de todo, y la imaginación no logra tomar el poder; jamás volvieron a surgir nuevas ideas, detesto la poca creatividad de mi mente. Me pregunto dónde habrá quedado esa maravillosa niña que todo lo imaginaba y aquellos relatos escribía... Aquella a la que no le importaba ni un poco su enojo, o su tristeza y todo lo desahogaba en cuentos, en sueños, en estupendas imaginaciones.
Varias ideas al día, cuentos de rutina, sueños de persecuciones y poderes de vuelo. Pues ¿dónde están ? Hace tiempo que los busco, pero de este modo, mucho menos llegan a mi. En los tiempos de antaño, venían a mí sin problema alguno; pero creo que al madurar, decidieron alejarse de mí, para que ocupe la mente en otras cosas... Cosas que ya no tienen sentido alguno, que sólo me causan más dolor y amargura. Discuciones que no llegan a nada, que, en un momento dado, ya ni sé cómo empezaron, pero que no puedo terminar.
Deseo con mucho ímpetu olvidar todos los sentimientos rutinarios , que reemplazaron a las maravillosas ideas de escritura, que me hicieron tanto mal y que de nada ayudan.
Volver a encontrarme con las letras, con las ideas, con todas aquellas imágenes que venían a mi mente en el momento de escribir.
Ya no poseo tales imágenes, son simplemente sentimientos una y otra vez, pero la mente solo sigue en blanco.
Los hechos de vida influyeron muchísimo en este rotundo y terrible cambio. Varias cosas cambiaron para bien, pero me llevaron a empezar a sentir cada vez más cosas.
Lamento decirlo... mi imaginación hace tiempo decidió dejar los pies en la tierra... El poder del vuelo nunca retornó...

domingo, 21 de noviembre de 2010

Por siempre en mí.

Es increíble, pero de la última persona a la que me dediqué largo tiempo a hablar es la misma de la que voy a hablar en estos sumidos instantes de una mezcla de confusión-tristeza-desasosiego-dolor. Una cantidad algo impresisa de emociones que conllevan a deliberados pensamientos sobre aquella eterna amistad, hermandad, o como quiera llamarse, ya ni siquiera se si posee un nombre exacto.
Todo venía bastante bien hasta que se comenzaron a notar indirectas de su parte, indirectas que en mi correcta (o quizás algo incorrecta) inocencia tomé como bromas, pero que luego aclaró que no lo eran. Entonces, ¿qué pensar? Desde mi ingenuo punto de vista decidí seguirle la corriente. Ese fue el primer error.
Luego todo se tornó en un "romántico" clima donde cada cosa que decíamos nos llevaba a incontables imaginaciones con la otra persona. Paso a aclarar que esta conversación fue por msn.
Elos aquí el problema: tanto imaginar más el acostumbramiento a ser correctamente alagada y perseguida, buscada constantemente; que ahora que no me esta atras diciendome aquellas cosas no puedo soportarlo y le recrimino todo el tiempo cosas, me pongo celosa porque ya no puedo soportar que no me esté atras, lo necesito.
Entonces, ¿para qué me dijo todas esas cosas si luego se iba a olvidar de mi existencia? (En una exagerada cuestión)
Así es como lo siento, además de que me encante negarle cosas por el hecho de que una amistad es lo que tenemos más no otra cosa. Pero me vuelve loca que ahora no continúe insistiéndome, porque esas cosas me hacen sentir querida, casi amada y ahora no puedo vivir sin eso.
Por eso voy a intentar permanecer neutral ante todo y olvidarme de él aunque me duela en el alma, aunque vaya a extrañar demasiado sus cálidos abrazos y sus caricias, que no se pueden comparar con los de ningún otro amigo, por más que haya intentado reemplazar la falta de su presencia y de su cariño.
Otros me dicen que inconscientemente me estoy enamorando de él. Realmente no lo creo, y si es así por siempre lo voy a negar, porque jamás arruinaría la amistad que nos une, porque sinceramente no podría ser feliz si lo pierdo, y cuando estoy alejada de él , me siento muy mal, siento que me falta algo.
Siempre dice que me quiere más de lo que yo lo quiero a él, pero si leyera esto se daría cuenta de que está profundamente equivocado y de que muchas veces encabeza la lista de las personas que más quiero.
Espero que jamás me vuelva a confundir así, porque es un dolor interno muy grande el que me produce que no me esté atras diciéndome cosas lindas... Y después me dice que lo cambio por otros. Busco en otras personas las cosas que él me deja de dar.


miércoles, 25 de agosto de 2010

El camino hacia la felicidad

Gracias a la cruel advertencia de mi hermana, cruel debido al oportuno momento en que me comentó aquella petición, que, recordando momento felices, vivo con mucha mas alegría que la anterior llevada.

La confusión continúa, pero supongo que es inevitable, debido a aquellos aspectos que conforman aquella extraña amistad, aquella hermandad, aquella confusión que siempre las distintas situaciones me crean...
Se lo dije, sí. Y sin temor a nada. Pero en el momento de responder a sus preguntas, comencé a fallar, a dudar, a crear un ambiente de cuestionamiento y de enfermiza locura (tan enfermiza como el Farmville).
Lo extraño a cada rato y no sé por qué. Esto no está bien, llueve del revés.